
Llevo unos años encargándome de organizar los intercambios de mi centro (aunque no soy profesora de idiomas), una actividad muy exitosa entre el alumnado y sobre la que muchos compañeros y compañeras piden información pero, cuando llega el momento de participar en las actividades con nuestros visitantes o de realizar los viajes, encuentro muy poco apoyo. Es el momento del silencio: nadie pregunta, nadie dice nada... Eso sí, una vez realizada la actividad se quejan de que el alumnado ha perdido clases (probablemente habrán ganado otras cosas, en mi opinión) y, además, llegan practicamente a un tono acusador y casi personalizado.
Más de una vez me he llegado a plantear terminar con todo esto, no organizar nada más o incluso pedir el traslado y marcharme del centro. No sé si esa actitud podría calificarse solo de desmotivadora, pero, desde luego, no anima a que los demás pongamos nuestro tiempo y nuestro esfuerzo en organizar estas cosas que, si bien ofrecen un plus al centro, no cuentan con el apoyo suficiente en el claustro.